En más de 7 años de guerra en Siria, desatada por la injerencia de las potencias occidentales en el conflicto político local, hubo cientos de miles de muertos, millones de desplazados, miles de personas mutiladas, heridas y sufriendo el hambre.

Por un lado está el mal gobierno sirio del racista Assad, respaldado por Putin y el ejército ruso e iraní, por otro lado está el Ejército Libre Sirio, un conjunto de grupos mayoritariamente salafitas (integralistas islamicos) que cuentan con el apoyo militar y económico de Estados Unidos y sus aliados árabes.

En medio, poniendo los muertos y las lágrimas, la población civil.

En un país hecho pedazos y escombros quedaba una isla de paz: Afrin.

En extremo noroeste de Siria, en una zona de étnia kurda, se habían recibidos a más de 300,000 personas huidas de las masacres. En AfrÍn los pueblos estaban viviendo bajo el sistema del confederalismo democrático, impulsado por el PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos) y desarrollado en todo Kurdistán y especialmente en otra zona del Norte de Siria llamada Rojava. En este gran experimento de socialismo sin estado, formado por miles de asambleas populares, lideran el cambio las mujeres.

El presidente de Turquía, Tayyp Erdogan, en su afán de exterminar al pueblo kurdo y la construcción de esta autonomía democrática, desde el 20 de enero de 2018 ordenó bombardear intensivamente e invadir la provincia y la ciudad de Afrín. A pesar de la heroica resistencia de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y de la Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ), entre ell@s numeros@s combatientes internacionalistas, el ejército turco y sus aliados islamistas (algun@s de Al Qaeda y Estado Islamico) entraron a la ciudad saqueando, violando, destruyendo y matando a civiles en fuga. El ejército turco, segunda fuerza militar de la OTAN, de tal manera ha aportado de forma sangrienta al recrudecimiento de la guerra en Siria. Por su mano, más de 500 civiles han sido masacrado, todo con la anuencia de Rusia y Estados Unidos y el silencio cómplice e infame de la Comunidad Internacional.

Pero Afrín no está sola y la batalla no termina. Las YPG/YPJ siguen la resistencia armada y los demás pueblos en el Confederalismo Democrático se preparan a defender y a cobijar sus herman@s de Afrín. En todo el mundo, a pesar del silencio de los gobernantes, la gente más consciente y solidaria se está manifestando señalando a Turquía como estado fascista y asesino.

Como colectivo internacionalista Nodo Solidale nos sumamos a esta resistencia global, con un espiritu de profunda complicidad con la revolución de Rojava, sus mujeres y sus grandes logros en términos de autonomía y democracia. Saludamos a los demás eventos que se están realizando en esta semana la “Acción Solidaria con los Pueblos Kurdos” como en la Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara y Guerrero.

Desde aquí sentimos la cercanía del dolor y de la guerra, pues México es otra herida sangrante en el tablero mundial: cientos de miles de asesinados, más de 30,000 desaparecidos y la militarización de todo el territorio nacional que sólo sirve a garantizar impunidad y saqueo de las grandes empresas a costa del pueblo mexicano. En estas semanas el numero de homicidios y desaparecidos se ha incrementado notablemente y con ellos el dolor y la rabia. Como en Kurdistán, también en México, no nos queda más que seguir con la organización abajo y a la izquierda, también para defender las autonomías y los logros que a precio de vidas humanas han conseguido historicamente nuestros pueblos.

Por eso gritamos, una vez más:

¡Alto al genocidio en Afrín!

¡Alto a las guerras en Siria y en el mundo!

¡Fuera militares y paramilitares de nuestras autonomías!

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