Abraham Hernández Gonzales era un hombre de 42 años que vivía trabajando en un hotelito en la costa del Pacífico, en Salchi, cerca de San Pedro Pochutla, Oaxaca. Allí también está su esposa y sus dos hijos. Su familia, como otras cientos más en la región, es parte del Comité de Defensa de los Derechos Indígenas (CODEDI), una organización que desde abajo y a la izquierda busca construir la autonomía de los pueblos, defender el territorio de los proyectos extractivistas capitalistas y resistir a las políticas de empobrecimiento y aniquilación del gobierno. Específicamente Abraham desempeñaba en la organización el papel de coordinador regional, en Los Ciruelos.
El martes 17 de julio su vida cayó en el pozo negro e infinito de la guerra en México. Una camioneta y una moto llegaron a su casa, hombres armados, encapuchados y vestidos de militar lo arrebataron de su hogar y se lo llevaron con lujo de violencia. Quedó allí su hija para dar la alarma. Un desaparecido más, en un país que ya cuenta con más de 37 mil personas “tragadas en la nada”. La organización avisó a la Fiscalía y las autoridades pero los esfuerzo de búsqueda de parte de las instituciones fueron nulos. Cinco horas después, el cuerpo de Abraham fue hallado y reconocido por su misma hija, tirado en el monte, cerca de su comunidad. Lo ejecutaron con un tiro de gracia.
Es el cuarto compañero del CODEDI que cae por las balas asesinas del poder en cinco meses. El 12 de febrero de este año en una emboscada perdieron la vida dos jóvenes y un hombre, los tres miembros de la organización que iban de regreso de una reunión con funcionarios del Estado cuando los acribillaron. Una vez más nos duele el corazón por una nueva herida que nunca podrá cicatrizarse ante la impunidad con la cual actúan los asesinos y el cobijo que éstos encuentran en los diferentes niveles de gobierno.
Nos duele pues el CODEDI es una organización hermana pero nos duele todo este país que no para de sangrar. El levantamiento y homicidio de Abraham hay que enmarcarlos en la ola de violencia que se vive en el estado de Oaxaca, con 756 asesinatos desde el inicio del 2018 (y 198 feminicidios en 20 meses), espejo de una violencia criminal desatada por el mismo gobierno federal en todo México: en 12 años fueron asesinadas más de 220mil personas. La total impunidad de las bandas criminales es garantizada por los mismos grupos de poder (empresarios, políticos y militares) con el fin de desintegrar los pueblos, asolar los territorios y apropiarse de sus recursos. Entre narcos, secuestradores, paramilitares, cuerpos policiacos y fuerzas armadas existe una alianza dada por el fomento de la violencia que necesitan los mega-proyectos capitalistas para asentarse en la región: dentro del área de influencia del CODEDI existen al menos nueve concesiones mineras y cinco proyectos hidroeléctricos, mientras el 7,8% del territorio estatal está concesionado a grandes empresas por la exploración y explotación de suelo y subsuelo.
Por lo tanto nos preguntamos: ¿Cuál es la relación de estos grupos armados y mafiosos locales con el gobierno estatal de Murat? ¿Por qué la prensa aprovecha estos hechos para causar confusión en detrimento del pluriamenazado líder de CODEDI Abraham Ramírez Vázquez? No se nos hace casual: responsabilizamos al gobierno de Alejandro Murat por complicidad ú omisión.
En marzo de 2018 una Brigada de Solidaridad Internacional, de la cual fuimos parte, señaló varias amenazas que seguía sufriendo el CODEDI y sus integrantes. Aquí el informe, dramáticamente actual:
Informe de la Brigada internacional de solidaridad con CODEDI
Con la misma rabia, con la misma determinación, con las lágrimas en los ojos y el machete en la mano seguiremos sembrando un futuro mejor para nuestr@s hij@s en la organización de los pueblos, paso a paso con el CODEDI y con las organizaciones hermanas de la Alianza Magonista Zapatista (AMZ).
Ignacio vive! Luis Angel vive! Alejandro vive! Abraham vive! #CODEDIvive
Nodo Solidale
